Blanquito,
Blanquito,
es jugo de caña
poquito – es rey,
mucho – es tirano...
Ascenso Ferreira
La cachaça, aguardiente hecho de la caña-de-azúcar, es la bebida típica del pueblo brasileño. Conocida por diversos “apodos” como caña, cañita la blanquita, agua-que-pajarito-no-bebe, entre otros, la cachaça representa para Brasil lo que la tequila representa para México y la bagaceira para Portugal.
Según Luís da Câmara Cascudo, el nombre tuvo origen en las haciendas de la región del Minho, en Portugal. El nombre cachaça, sin embargo, no se volvió popular en aquel País ni en España. El registro más antiguo de la palabra es del siglo XVI. Apareció en una carta que un hidalgo portugués, Sá de Miranda (1481-1558), envió para Antônio Pereira, señor de Basto:
Allí no mordió el anzuelo la gracia
Fueron los mismos jueces,
Nada salió de la plaza,
¡Allí, está vuestra cachaça!
¡Allí, están vuestras perdices!
Cuando comenzó a ser fabricada en Brasil, la cachaça constituía en una especie de jarabe, sin ningún contenido alcohólico. Era la espuma de la caldera donde se purificaba el caldo de caña a fuego lento. Servia también de alimento para animales, como burros, cabras y ovejas.
Sólo después de la segunda mitad del siglo XVI fue que la bebida pasó a ser fabricada en alambiques, que eran hechos inicialmente de barro y después en cobre.
Antiguamente, en los ingenios del Nordeste brasileño, se usaba dar cachaça a los esclavos en la primera comida de día, para que ellos aguantaran mejor la difícil jornada que enfrentaban en los cañaverales.
Diversos viajantes extranjeros que visitaron Brasil registraron informaciones sobre la fabricación de la bebida, desde el siglo XVI, pero no usaron el termino cachaça. André João Antonil fue uno de los primeros a utilizarlo en Brasil, en la primera década del siglo XVIII. En el siglo XIX, otros viajantes como el francés Auguste de Saint-Hillaire y el inglés Henry Koster, también hablaron sobre la producción de la cachaça.
La bebida se volvió nacional con los movimientos políticos a favor de la independencia del País. Era la preferida de los patriotas que se recusaban a beber vinos extranjeros, especialmente los portugueses.
Se hace presente en las conversas de las tiendas y bodegas de los suburbios y de las zonas rurales brasileñas, así como en los velorios de ciudades del interior. Es obligatoria, también, en fiestas como bautismos, donde es servida mezclada con miel de abeja y jugo de maracuyá, conocida como “cachimbo” o “cachimbada”.
En las caipirinhas o batidas, mezclada con jugo de frutas y gelo, o pura, tomada con sorbo rápido antes de platos típicos de la culinaria brasileña, como la feijoada, por ejemplo, la cachaça está presente en el cotidiano del brasileño.
En la medicina popular es utilizada, principalmente, en la preparación de las “garrafadas”, un remedio popular muy conocido y utilizado por el pueblo.
En ceremonias religiosas de cultos afro-brasileños, como el candomblé y el xangô, la cachaça es un elemento importante. Se derrama líquido en el piso para homenajear las divinidades. La cachaça es indispensable en el Catimbó brasileño. Sin ella no se hace un amuleto o hechizo “eficiente”. En el ritual indígena dapajelança, de la Amazonía, humedecer los pulsos, los temporales, la suela de los pies, la palma de las manos, la nuca y lo alto de la cabeza con cachaça, hace con que el individuo esté protegido por una coraza impermeable por varios días o semanas.
La cachaça ha sido objeto de investigación para varios folcloristas, como Luís da Câmara Cascudo, Mário Souto Maior, Nelson Barbalho, José Calasans, lo que denota su importancia para la cultura nacional. Hay diversos dichos, versos y alabanzas sobre el agua-que-pajarito–no-bebe que vienen siendo registrados y transmitidos a través de las generaciones, por estudiosos del tema, contribuyendo para preservar la cultura popular brasileña:
La cachaça alegra a los tristes.
Mejora a quien está enfermo,
Hace al lisiado correr
Y al ciego ver de repente
Ahora yo quiero hablar
De la sabrosa cachaça,
Bebida de buen consumo
Sea en el bosque o en la plaza,
A los pocos trae alegría
Lo demás, sólo trae desgracia
Agua de caña es cachaça
Cucharón pequeño es cuchara
Lengua de vieja es desgracia
Bicho malo es mujer
La literatura popular brasileña en versos, más conocida como literatura de cordel, posee una gran cantidad de folletos que tienen como tema la cachaça, convirtiéndose así en un número muy grande de anécdotas brasileñas sobre blanquita.
Como dice Sebastião Vila Nova:
Sí es innegable que la cachaça tiene comprometida la salud de mucho brasileño mal alimentado de las categorías de baja renta, por otro lado, es también incuestionable que sin ella muchos edificios no habrían sido levantados; mucho trabajo no habría sido realizado por la gente pobre y heroica de nuestro Brasil.
Recife, 28 de noviembre de 2005.
(Actualizado el 25 de agosto de 2009).
fuentes consulted
BARBALHO, Nelson. Dicionário da aguardente. Recife: [CEPE], 1974.
CASCUDO, Luís da Câmara. Dicionário do folclore brasileiro. Rio de Janeiro: Edições de Ouro, [19--].
______. Prelúdio da cachaça: etnografia, história e sociologia da aguardente no Brasil. Belo Horizonte: Itatiaia, 1986.
SOUTO MAIOR, Mário. Dicionário folclórico da cachaça. Recife, 1973.
VILA NOVA, Sebastião. Cachaça, uma biografia: apresentação. Ciência & Trópico, Recife, v. 27, n. 2, p. 401-402, jul./dez. 1999.
cómo citar este texto
Fuente: GASPAR, Lúcia. Cachaça, folclor. Pesquisa Escolar Online, Fundação Joaquim Nabuco, Recife. Disponível em: <http://basilio.fundaj.gov.br/pesquisaescolar>. Acesso em: dia mês ano. Ex: 6 ago. 2009.