Imagem card

Carnaval en el Nordeste de Brasil

El Carnaval, fiesta de antigua tradición católica originada en Europa, se realiza anualmente en los tres días que anteceden a la Cuaresma.

Carnaval en el Nordeste de Brasil

Artículo disponible en: PT-BR ENG

Pasado actualización: 08/11/2013

Por: Rita de Cássia Barbosa de Araújo - Investigador e historiador de la Fundação Joaquim Nabuco

El Carnaval, fiesta de antigua tradición católica originada en Europa, se realiza anualmente en los tres días que anteceden a la Cuaresma. Introducido en Brasil por los colonizadores portugueses, era conocido por Entrudo en los primeros siglos de la vida colonial. En este período, se acostumbraba hacer uso de los juegos de limas y limones de olor o el de tirar botellas de plástico de agua y otros líquidos unos a otros. El juego era vivenciado entre familias en las casas señoriales o en las calles y en las plazas donde generalmente se divertían los esclavos y los hombres libres pobres.

El Carnaval, fiesta de antigua tradición católica originada en Europa, se realiza anualmente en los tres días que anteceden a la Cuaresma. Introducido en Brasil por los colonizadores portugueses, era conocido por Entrudo en los primeros siglos de la vida colonial. En este período, se acostumbraba hacer uso de los juegos de limas y limones de olor o el de tirar botellas de plástico de agua y otros líquidos unos a otros. El juego era vivenciado entre familias en las casas señoriales o en las calles y en las plazas donde generalmente se divertían los esclavos y los hombres libres pobres.

El Carnaval, fiesta de antigua tradición católica originada en Europa, se realiza anualmente en los tres días que anteceden a la Cuaresma. Introducido en Brasil por los colonizadores portugueses, era conocido por Entrudo en los primeros siglos de la vida colonial. En este período, se acostumbraba hacer uso de los juegos de limas y limones de olor o el de tirar botellas de plástico de agua y otros líquidos unos a otros. El juego era vivenciado entre familias en las casas señoriales o en las calles y en las plazas donde generalmente se divertían los esclavos y los hombres libres pobres.

El Carnaval, fiesta de antigua tradición católica originada en Europa, se realiza anualmente en los tres días que anteceden a la Cuaresma. Introducido en Brasil por los colonizadores portugueses, era conocido por Entrudo en los primeros siglos de la vida colonial. En este período, se acostumbraba hacer uso de los juegos de limas y limones de olor o el de tirar botellas de plástico de agua y otros líquidos unos a otros. El juego era vivenciado entre familias en las casas señoriales o en las calles y en las plazas donde generalmente se divertían los esclavos y los hombres libres pobres.

El Carnaval, fiesta de antigua tradición católica originada en Europa, se realiza anualmente en los tres días que anteceden a la Cuaresma. Introducido en Brasil por los colonizadores portugueses, era conocido por Entrudo en los primeros siglos de la vida colonial. En este período, se acostumbraba hacer uso de los juegos de limas y limones de olor o el de tirar botellas de plástico de agua y otros líquidos unos a otros. El juego era vivenciado entre familias en las casas señoriales o en las calles y en las plazas donde generalmente se divertían los esclavos y los hombres libres pobres.

Durante el Imperio, la fiesta dedicada a la risa y al placer pasó a llamarse comúnmente de Carnaval. Las elites urbanas poco a poco fueron abandonando el juego del Entrudo y volvieron los ojos para los carnavales de las ciudades más progresistas de Europa, por ejemplo Niza, Paris, Nápoles, Roma y Venecia, donde la fiesta era animada por bailes, danzas, músicas, salones iluminados, banquetes, cortejos y desfiles de máscaras y trajes lujosos por las calles de las ciudades. Estas diversiones eran tenidas como señal de civilización y progreso, de elegancia y adelantamiento cultural.

A mediados del siglo XIX, surgieron las sociedades carnavalescas, formadas por miembros de las elites socioeconómicas y culturales urbanas cuyos socios se exhibían enmascarados, desfilando en carros de alegorías y crítica. Hacer crítica a las costumbres, a la política y a los tipos sociales a través de la risa y del humor y sin cometer ofensas personales era práctica extremamente valorizada. Salvador, en Bahia, tuvo el Bando Anunciador de los Festejos Carnavalescos, los Caballeros de la luna y los Caballeros de la Noche, cuyos integrantes eran los hombres del comercio y algunos vendedores de escritos. En la década de 1890, aparecieron los clubes de negros que desfilaban en lujosos carros de críticas y de ideas, acompañados por una banda de música compuesta por instrumentos africanos. Sus nombres remitían a África: Embajada Africana y Vagos de África, Llegada Africana y Guerreros de África. Estos grandes clubes de negros constituyeron una particularidad del Carnaval de Salvador.

En Recife, el Carnaval de las máscaras, de las críticas y de las alegorías era representado por las sociedades carnavalescas Asmodeu, Garibaldina, Comuna Carnavalesca, Azucrins, los “Philomomos”, Caballeros de la Época, Títeres de Recife, Club Cara Dura, Seis y Media de “Arraial” y otros. En 1883, el Club Francisquinha era la alegría del Carnaval de la calle de São Luís do Maranhão. De presencia más acentuada en las juergas de Momo a partir de la década de 1870, los clubes de alegoría y crítica entraron en franca decadencia en los primeros años del siglo XX.

Las clases populares, a su vez, continuaron ocupando las calles con sus juegos y sus diversiones, siendo objeto de desprecio de las elites, de críticas de la prensa y de represión policial — segmentos que los veían como señal de ignorancia y de atraso socio económico y como un potencial peligroso al orden público. En Recife, además del Entrudo, el “populacho” se entregaba a los zambas, a los maracatus (danza) y a las cambiadas (danza), se divertían con el Rey del Congo, los fandangos y el bumba-meu-boi. En São Luís, a final del siglo XIX, proliferaron los “baralhos” — bandos de negros pintados de blanco, portando sombrillas o guarda lluvias — y los cordones de osos, murciélagos, muertes, sucios y de otros animales como “guarás” (ave íbis-escarlate), carneros, águilas. En la juerga de Salvador, los “caretas” aparecían envueltos en esteras de palmeras o con hojas de árboles recubriendo los abadás (especie de túnicas blancas); además de la caricatura del Ioiô Mandu, disfraz confeccionado con enaguas, coladores, un palo de escoba y una chaqueta vieja.

En 1905, a fin de evitar el llamado proceso de “africanización” del Carnaval de Salvador, fueron intensificadas las medidas represivas a las fiestas populares carnavalescas de calle, que incluían los batuques (religión africana), zambas y candomblés (religión africana). Hasta el inicio de los años 1930, no son conocidas noticias de clubes o bloques que evocaran a África o ejecutaran batuques en las calles centrales de la capital baiana.

En Recife, a partir de 1880, década en que fue abolida la esclavitud es proclamada la República en Brasil, se multiplicó el número de agremiaciones carnavalescas populares en las calles, formadas por trabajadores urbanos, artífices y artesanos, operarios, vendedores, mercaderes, domésticos. Cuando se presentaban en público, arrastraban toda suerte de gente: desocupados, bandidos, niños de la calle, capoeiras (forma de arte brasileña). Entre los clubes carnavalescos de la calle, predominaban aquellos que se hacían acompañar por las bandas de música u orquestas de metales que ejecutaban las vibrantes marchas carnavalescas, más tarde conocidas por marchas pernambucanas y, finalmente, por frevo: Caiadores, Caninha Verde, Vassourinhas, Pás, Lenhadores, Vasculhadores, Espanadores, Ciscadores, Ferreiros, Empalhadores do Feitosa, Suineiros da Matinha, Engomadeiras, Parteiras de São José, Cigarreiras Revoltosas, Verdureiros en Greve, en medio a tantos otros. En el vaivén de los clubes y bloques, nacieron el frevo y el paso pernambucanos. A inicio del siglo XXI, se acordó que el frevo nació en 1907, año en que fue encontrado el primer registro de la palabra frevo en un periódico local, el Periódico Pequeño, en la edición de 9 de febrero de 1907.

Los maracatus naciones, con sus loas (espíritu) y melodías de bombo, también considerados por las elites como peligrosos, contagiosos, productores de “un ruido infernal”, pasaron a ser más o menos tolerados por las elites pernambucanas a partir de las décadas de 1920 y 1930, talvez por remitirse a la tradicional ceremonia del Rey del Congo y por el hecho de algunos presentarse “vistosamente organizados”. Negros, mulatos y caboclos (indios del amazonas) buscaron aún espacio en la juerga organizados en los Caboclinhos, grupos que se presentaban con músicas, danzas e indumentaria que evocaban los auto-hieráticos utilizados por los misionarios jesuitas en la catequesis de los indios: Tribo Canindés (1897), Carijós (1899), Tupinambás (1906) y Taperaguases (1916).

A partir de 1930, tuvo inicio el proceso de oficialización del Carnaval en Brasil y las manifestaciones culturales oriundas de las camadas populares pasaron a ser reconocidas como la gran fuerza y expresión del Carnaval. En Recife, la Federación Carnavalesca Pernambucana, fundada en 1935, se volvió responsable por la organización de los festejos y definió las categorías de las agremiaciones carnavalescas de calle: club de frevo, bloque, maracatu nación o de baque virado y caboclinhos. Quedaron excluidos de la lista los populares osos y bueyes de Carnaval y los maracatus de baque solto. En este período, el frevo pasó a ser considerado oficialmente como símbolo de identidad cultural de Pernambuco. En São Luís, en 1929, surgieron los grupos de batucada o bloques que recuperaron los ritmos tradicionales locales. En Salvador, el Carnaval popular recuperó el ánimo a partir de 1949, con la creación del afoxé Filhos de Gandhi, grupo formado por estibadores y unido al candomblé.

En la década de 1950, las alcaldías de Recife y de São Luís asumieron la organización de los respectivos Carnavales e instituyeron los concursos oficiales entre las diferentes categorías de agremiaciones carnavalescas. Tenían la intención, entre otras, de transformar el Carnaval en producto turístico y en un gran espectáculo al aire libre. El surgimiento del trío eléctrico, que modificó radicalmente la estructura y la forma de los festejos carnavalescos de Salvador, es de fecha de 1951. En los años 1980, los tríos eléctricos eran vistos animando los Carnavales y las Micaremes, los llamados “Carnavales fuera de época”, en diversas ciudades brasileñas.

Durante los años de la dictadura militar, los Carnavales de calle de Recife, de Salvador y de São Luís casi desaparecieron. Comenzaron a recobrar fuerza y energía con los primeros señales de abertura política, a partir de 1975. En Pernambuco, explotaron los festejos en las calles de Olinda donde los clubes carnavalescos se exhibían en medio del pueblo, sin los desfiles, las pasarelas y los concursos oficiales. En 1978, en Recife, surgió el Club de Máscaras El Gallo de la Madrugada, que se volvería la mayor agremiación carnavalesca del mundo, de acuerdo con registro en el Guinness Book, el libro de los récordes, a finales del siglo XX para el XXI. En São Luís, impulsados por el crecimiento del Movimiento Negro, aparecieron, por vuelta de 1984, los primeros bloques de matriz cultural afro-brasileña y, desde los años 1990, el Carnaval ha mostrado su vitalidad a través de las expresiones culturales de raíces locales.

En la ciudad de Salvador, los Filhos de Gandhi y el Ilê Aiyê, creado en 1974, se consagraron como grandes expresiones de la negritud, contribuyendo para el proceso de preservación, fortalecimiento y valorización de la identidad étnica y cultural de los afro descendientes y dando sentido positivo a la llamada “reafricanización” del Carnaval de Bahia. Afoxés y bloques de negros dividen, hoy, las avenidas y las atenciones del público y de los medios de comunicación de masa con los tríos eléctricos y los bloques con sus abadás y cordones de aislamiento. Al terminar el siglo XX, la fiesta baiana ya se había convertido en un rentable y lucrativo emprendimiento comercial, sujeto a la lógica del mercado, aunque muchos, aún lo busquen simplemente para reír, divertirse y jugar.

 

 
Recife, 9 de diciembre de 2009.

fuentes consulted

ARAÚJO, Rita de Cássia Barbosa de. Festas: máscaras do tempo (Entrudo, mascarada e frevo no Carnaval do Recife). Recife: Fundação de Cultura Cidade do Recife, 1996.

CUNHA, Maria Clementina Pereira da. Ecos da folia: uma história social do carnaval carioca entre 1880 e 1920. São Paulo: Companhia das Letras, 2001.

FERREIRA, Felipe. O livro de ouro do carnaval brasileiro. Rio de Janeiro: Ediouro, 2004.

FRY, Peter; CARRARA, Sérgio; MARTINS-COSTA, Ana Luiza. Negros e brancos no Carnaval da Velha República. In: REIS, João José (Org.). Escravidão e invenção da liberdade (estudos sobre o negro no Brasil). São Paulo: Brasiliense; CNPq, 1988. p. 232-263. 

MARTINS, Ananias. Carnaval de São Luís: diversidade e tradição. São Luís: SAnluiz, 2000.

OLIVEIRA, Valdemar de. Frevo, capoeira e passo. 2. ed. Recife: Fundação de Cultura Cidade do Recife, 1976.

QUEIROZ, Maria Isaura Pereira de. Carnaval brasileiro: da origem européia ao símbolo nacional. Ciência e Cultura, São Paulo, v. 39, n. 8, p. 717-729, ago. 1987.

____. Carnaval brasileiro: o vivido e o mito. São Paulo: Brasiliense, 1992.

SILVA, Leonardo Dantas. Carnaval do Recife. Recife: Fundação de Cultura Cidade do Recife, 2000.

VIANA, Hildegardes. Do entrudo ao Carnaval na Bahia. Revista Brasileira de Folclore, Rio de Janeiro, n. 13, p. 283-298, set./dez. 1963.

cómo citar este texto

Fuente: ARAÚJO, Rita de Cássia Barbosa de. Carnaval en el Nordeste do Brasil. Pesquisa Escolar Online, Fundação Joaquim Nabuco, Recife. Disponible en:<http://basilio.fundaj.gov.br/pesquisaescolar>. Acceso en: día mes año. Ej.: 6 ago. 2009.