El Diccionario del Folclor Brasileño, de Câmara Cascudo, registra cavalhada como desfile a caballo, corrida de caballeros, juegos de cañas, juego de argollas.
De origen ibérico, la cavalhada o argolinha recuerda los torneos ecuestres medievales. Llegó hasta los romanos, que la tenía como parte de las procesiones cívicas, triunfos y festividades sacras, después a Portugal y, de ahí fue importada para Brasil.
En Portugal, el torneo de las cavalhadas era realizado en las fiestas religiosas o políticas. De él participaban los monarcas, con los príncipes e hidalgos de la casa real, hasta que se volvió una diversión popular.
En Brasil, la participación de las clases dominantes también era una de las características de las cavalhadas. Fueron introducidas en la época de la colonia por los caballeros e hidalgos que llegaban con los portugueses. Hacían parte de las festividades cívicas y religiosas y, algunos años después, de nuestras costumbres y fiestas populares. La cavalhada también podía, independientemente de estas festividades, ser una fiesta en sí misma ya que se celebraba durante varios días.
Uno de los más antiguos registros de las cavalhadas (argollitas), en Brasil, remonta a las fiestas públicas promovidas por el Conde João Maurício de Nassau, en Recife, en enero de 1641, cuando la conmemoración por la proclamación de la restauración de Portugal del yugo español y por la aclamación de D. João IV.
Con características traídas de Europa – desfile de caballos, corridas de caballeros, juegos de cañas, maniquís, manillas y argollitas –, la cavalhada se propagó por Brasil, principalmente en los estados de Minas Gerais, Bahia, Paraná y Goiás. Entretanto, a lo largo del tiempo, no conservó el modelo original. El folclorista de Alagoas Théo Brandão observa que la cavalhada nortista está constituida apenas de los desfiles, corridas de caballos y juegos de argollitas. De sus estudios fue sintetizada la descripción de la cavalhada: realizada en espacio amplio (plaza, campo o parque) para que pueda ser demarcada la pista o trilla de corrida, la cavalhada está constituida por doce caballeros o duplas. Las dos duplas delanteros tienen el nombre de primero y segundo matinadores (en otros estados, mantenedores), que son los jefes respectivamente de los cordones encarnado y azul. Los matinadores, así como los otros caballeros, deben ser maestros en el arte de la cavalhada pues, de estos últimos, cabe obligatoriamente la retirada de la argollita, caso no lo hayan hecho los que los anteceden en la corrida.
El torneo está dividido en tres partes, obligatoriamente en este orden: visita a la Iglesia, corrida de argollitas y escaramuzas.
La visita a la Iglesia es hecha en la tarde. Los caballeros, debidamente vestidos, marchan, en dos filas, al ritmo del sonido de la orquesta regional de flautas y tambores, conocida como “Esquenta Mulher”. Frente a la Iglesia, ellos inician el ritual de saludos: se quitan los gorros, se santiguan, sacan los cuchillos de las fundas y las besan como señal de reconocimiento por la religión que escogieron. Bajan de sus caballos y van hasta el altar donde colocan sus buques con los pedidos al patrón para que el torneo sea un éxito.
Al final del ritual de saludos, siguen para el local destinado al torneo. Allí, a galope, al aproximarse de las puntas o fin de la pista, dan tres vueltas por dentro y tres vueltas por fuera de los postes.
Se da inicio al torneo con las corridas en parejas. Estas son concluidas con la introducción a la corrida de argollitas, que se resume en amarrar la cuerda a los postes y en ella la argollita es suspensa por la garra. A partir de ahí, se da inicio a la parte más emocionante del torneo: la corrida a la argollita.
¿Y en qué consiste esta corrida? El caballero, en disparada, debe enfiar la lanza en el anillo de hierro y recoger de allá la argollita. Todos los aspectos que envuelven la retirada de la argollita son observados para que el mérito y la victoria de caballero sean aclamados: movimientos de lanza, firmeza al apuntarla para la argollita, en la postura al realizar la carrera y en alcanzar el trofeo cobizado.
Después de la retirada de la argollita, el caballero debe mantenerla en la lanza hasta recibir los premios: cintas, cosas agrícolas, chales de valor que son amarrados en la lanza, concedidos por los miembros del jurado, y en el brazo izquierdo la correa para el hombro, premios dados por los partidarios, amigos, admiradores, parientes. El primer premio amarrado a la lanza es destinado al patrón en cuya honra se celebra la fiesta; los otros, el caballero debe ofrecerlos para personas amigas o de su simpatía. Los del brazo o la correa son del caballero y se quedan con ellos hasta el fin de la corrida.
Recibidos todos los premios, el caballero deja caer la argollita. Un escudero la coge y la conduce nuevamente a la garra para la próxima corrida (seis en total). En la última carrera de la argollita, para tener derecho al premio, es necesario apenas tocar la garra, no hay obligación de coger la argollita con la lanza.
Terminadas las seis carreras el partido que tuviera el mayor número de lanzas vencerá. Este número será definido y confirmado por banderas colocadas en dos mástiles fijados a los dos lados de la pista.
La última parte del torneo consiste en demostraciones ecuestres, seguida de las escaramuzas: el ocho y los nueves, los ceros y los biscoutos, cada un de ellos con características propias.
El torneo de la cavalhada se termina con la Retirada: las parejas se aseguran mutuamente a las riendas, hacen un desfile en frente al podio y, en señal de agradecimiento, besan y agitan los cuchillos en la dirección del público. En algunas cavalhadas, existiendo o no una procesión, Agradecen, donde el primer matinador, delante de la Iglesia o del podio, agradece y abraza a todos los compañeros por los servicios prestados. Al inicio de la noche, los caballeros se retiran a sus casas.
Recife, 30 de marzo de 2006.
(Actualizado el 14 de septiembre de 2009).
fuentes consulted
CASCUDO, Luís da Câmara. Dicionário do folclore brasileiro.Rio de Janeiro: Eitora Tecnoprint, [1972?]
MEYER, Marlyse. De Carlos Magno e outras histórias: cristãos & mouros no Brasil. Natal: Ed. da UFRN, 1995.
PEREIRA, Niomar de Souza. Cavalhadas no Brasil: de cortejo a cavalo a lutas de mouros e cristãos. São Paulo: Escola de Folclore, 1983.
SOUTO MAIOR, Mário; VALENTE, Waldemar. Antologia pernambucana de folclore. Recife: Fundaj/Editora Massangana, 1988. (Monografias, Fundação Joaquim Nabuco; n. 31)
______; LÓSSIO, Rúbia. Dicionário de folclore para estudantes. Recife: Fundaj, Ed. Massangana, 2004.